Miro a través de la ventana.
La cama aún está deshecha;
conserva el aroma de tus besos,
y el recuerdo de un tatuaje
en la espalda.
Están marcados los suspiros
a fuego en la almohada.
El color de tu piel quedó reflejado
para siempre en el espejo.
Miro y veo mi cuerpo
como si estuviera volando
entre manzanas rojas.
Entonces corro la cortina,
sumo en penumbras mi habitación
y la cierro herméticamente,
como una gran caja mágica de la nostalgia.
martes, 8 de enero de 2008
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