jueves, 21 de junio de 2007

L´amoureuse comme une morte, et le meurtre comme amour

Poema ganador en concurso de francofonía (versión original).

Autrefois j' ai monté
sur des aires lointains.
J' ai volé.
Je nageais,
parmis les vents frais,
nue comme à la naissance.

Maintenant je
b
a
i
s
s
e,
dénudée cette fois
par des mains doctes,
expérimentalement destructrices.

Je m' enflamme, puis
je meurs.

Je
b
a
i
s
s
e.
Je descend
du plaisir onirique
jusqu' à ma perte totale.

Nue, lancée dans une folle
course vers l' abîme.
Les mains libres;
se défont les carresses.

La peau blessée
par des morsures dentales.
Assourdissemente sobre.
Douloureuses les lèvres tristes.
Meurrissant dent d´animal.

Je tombe sur une terre humide,
pleine de liquides tièdes
sur les corps en plénitude
détruite et froide.

J´écoute tes murmures
haletants; ironiquement
ils rient.
Ton sourire s´évade
aux sons du plaisir.

En tournant mes yeux
vers l'intérieur,
je me replie sur ma
propre miséricorde.

Mon ventre baigné
dans des fluides vésicaux,
explosifs, intimement pénétrants;
je te regarde
et tu me laisses toucher le fond.

Tu m' entraînes.

Ainsi, doucement, sous
le poids de ton plaisir,
sous le poids de ma poitrine
maltraitée, je descend.
Je
b
a
i
s
s
e
jusqu' à me donner pleinement,
mon offrande indignement traitée.

La enamorada como una muerta,y la muerte como amor

Poema ganador en concurso de francofonía (versión español)

Antes subí a los aires lejanos, pero firmes.
Volé. Nadé por
el cielo fresco,
desnuda como
en el nacimiento.

Ahora
b
a
j
o,
aún desnuda,
por manos doctas,
experimentalmente destructivas.

Me enciendo y
luego muero.

B
a
j
o,
desciendo abruptamente,
desde el orgasmo onírico
hasta la pérdida completa.

Desnuda, en loca carrera
hacia el abismo.
Las manos tersas
deshechas las caricias.

La piel herida
de mordeduras dentales,
ensordecedoramente parcas;
duelen los labios tristes,
magulladores dientes animales.

Caigo en una tierra
sudorosa, de líquidos calientes,
sobre los cuerpos de plenitud
destruida y gélida.

Te escucho murmullos
jadeantes, irónicamente
risueños. Se te va la risa en el grito
placentero.

Mientras, caigo.
Mirando mis ojos hacia
adentro, replegados
en la propia misericordiosa
imagen.

Con el vientre bañado
en fluidos vesinales, explosivos,
entrañablemente penetradores;
te miro,
mientras permites que
siga ca
yen
do.

Me empujas.

Así, dulcemente, bajo
el peso de tu orgasmo,
bajo el peso de mi pecho
ungido y maltratado, desciendo,
b
a
j
o,
hasta la entrega
plañidera;
indignamente tratada
la ofrenda.

Unas hojas y la noche

Avanzan las hojas de la mano. Recorriéndose en formas góticas luego de caer. Avanzan por calles silenciosas; el viento las empuja a ir más adelante... cada paso es una esquina, un amanecer rodeado de nuevas encrucijadas. Entre los frisos de una catedral se descubre un árbol hasta entonces invisible a los paseantes. Una de las hojas sonríe... rápidamente se cobijan bajo las ramas y entrelazando sus pequeñas fibras de vida, se duermen.

L´Amoureuse 2

Ahora añoraría la destrucción
de tu pie erecto,
rasguñando mis instintos moradores
tibios, anhelantes de la suavidad
tierna de los besos.

Ahora nada más quisiera
- y eso es todo -
dejar transparente
la piel a tus caninos ;
sangrar la herida hasta
arder las tardes.
Romper con la inocencia despechada.

Ahora te permito.
Dejarme caer en los juegos brutales,
asida a tu orgasmo,
y a mi devoto grito placentero.
Descender al cielo inverso,
profanando el roce entre mis piernas,
adorando el destello de tu vientre
sobre mi lengua hambrienta.

Canción de amor

La tarde calla
los silencios de la noche
y caigo lentamente al sueño.

Entonces recuerdo,
en el aroma de la cama
tus dedos finos, musicales,
acariciando mis formas
como a un instrumento,
deleite de notas.

Y el olor me envuelve,
me excita con caricias
y miradas tiernas,
y en un suspiro exhalo
la melodía infinita
imaginada en tu regazo.

Del desear

El deseo, el hambre y el deseo se han posado entre mis líneas, como mariposa de alas negras. Es un querer constante, un penetrar de aromas ... el café que invoca los demonios. El ímpetu del músico que recorre las notas...sus manos también perversas, huelen a éxtasis de noches. El hambre... famélica de caricias me revuelco entre las sábanas. No basta un par de manos que saludan amablemente... el hambre se convierte en hambruna, de esa que hace doler el alma y el cuerpo. La decadencia hecha mujer, entre lágrimas de abandono y necesidades. El hambre, el deseo de aquello que no llega. Se espera sollozando entre las nubes, humedecido el aliento, humedecida la flor, infectos los labios de tanto sudor reprimido.

Adagio de amanecida

En un nuevo aire respiro. Exhalo jadeante los sonidos de mil noches. Esas manos que juegan con notas en cada músculo, vértebra, célula. Suben, bajan, vuelven a subir. Me rodean, me invierten, me posesionan en distintos constructos corporales... me posicionan en la postura eterna del que desea con locura... Blancas, negras y corcheas me bajan suavemente, me llevan por caminos intrincados. Subo ahora, en el valle alto. Vuelvo a exhalar jadeante; vuelven esas manos a acariciar. Compone mi cuerpo como al objeto de sus melodías. Entre mis caderas, la sinfonía de una tarde calurosa. Afuera, la gente indecisa; transeúntes desesperados por el no-silencio. Adentro... adentro... músculo contra músculo, piel en piel. Nervios, tendones cabellos, humedades. El sudor que resbala entre la espalda y su final. Las sábanas despliegan flores y miel de muchos días. La alfombra esconde vestigios corporales; es un cómplice de roces furtivos y dedos anhelantes. Saliva, lengua, labios... sus orígenes explotando en luces de colores como juegos de agua. Sobre mis pechos erectos, sobre mis párpados despiertos y la boca sedienta. Y el resplandor entre mis piernas. Y el resplandor en mis piernas. Adentro, entre tierras cardinales; afuera, entre muros y cintura, entre pliegues bailarines. Explotando y yo, entre las cenizas. Me levanto y emprendo el viaje. Rodeada de mariposas y el perfume de las sábanas que me contiene. El pie erguido en el movimiento circular de nuestras fisionomías. Subo, bajo hacia un lado y hacia arriba. Un último grito, la nota de cierre. Desde lo alto, veo mi desnudez reflejada en el espejo, y a su lado, al artista exhausto al terminar la obra.