Ahora añoraría la destrucción
de tu pie erecto,
rasguñando mis instintos moradores
tibios, anhelantes de la suavidad
tierna de los besos.
Ahora nada más quisiera
- y eso es todo -
dejar transparente
la piel a tus caninos ;
sangrar la herida hasta
arder las tardes.
Romper con la inocencia despechada.
Ahora te permito.
Dejarme caer en los juegos brutales,
asida a tu orgasmo,
y a mi devoto grito placentero.
Descender al cielo inverso,
profanando el roce entre mis piernas,
adorando el destello de tu vientre
sobre mi lengua hambrienta.
jueves, 21 de junio de 2007
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