Llevo la sombra
de un abrazo
pegada a mi espalda.
Quisiera no sentir nunca
su peso.
Me ahoga, me descansa,
entre nieblas y brisas.
Me atormenta.
Descubro al mirar hacia atrás,
que hunde sus garras en mi cuello.
Me sangra la soledad,
me recuerda el abandono.
Quisiera no sentir sus dientes
en mi boca,
ni en los dedos.
Me duelen las yemas.
Se me escapa la vida.
Quisiera no recordar los besos.
Dejarla nada más que sombra.
Nada más que sombra
perdida en la calle.
lunes, 31 de diciembre de 2007
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