Es una rosa sin pétalo,
la marca dejada en mi camino.
La peste del abrazo,
del vaivén entre sábanas.
De un exquisito, aniquilador,
mortal, sudoroso y patético orgasmo.
Como si todo en la vida
no fuera más que eso: besar,
mojar, compartir humedades y líquidos,
en cuerpos que se frotan.
Como encuentro de dos bestias
en el barro.
Con las uñas ensartadas en las pieles,
con la mueca del grito aún grabada
en la mirada.
Un hola perdido en la clavícula;
un durante, entre las piernas.
Un adiós nunca dicho,
ausente de sangre y más sangre.
Un parto con tu olor a hembra
entre mis pliegues.
Como si todo solo fuera,
el sudor que se cuela en la garganta,
una explosión de estrellas en el aire,
con la ansiedad del goce pintada en la mirada.
lunes, 31 de diciembre de 2007
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