Por mi culpa, por mi propia culpa, yo me digo:
es cierto, dejé, permití, acepté,
otorgué, entregué. En ese desorden,
y cada vez que fue posible,
o que tú lo exigiste.
Dejé, que las tardes pasaran
sin tiempo, sin Dios, ni gloria,
ni ciego que cantara;
sin vaso lleno, ni a mitad vacío.
Sin cubrirme los hombros
para evitar el frío,
o el sol quemante,
o la nieve dolorosa.
No esperando que viniera la montaña,
ni que avanzara un tren,
desde un pueblo inexistente.
Acepté, que las noches se hicieran
espera penepoleana;
que el dolor de tu autocomplacencia
atorara mi llanto y mis canciones.
Sin acariciarme ni siquiera el alma,
para poder dormir tranquila.
Atenta a tus jadeos provocados
por amores virtuales,
acepté que se me fueran
secando los pechos.
Permití, y bien lo sabes,
y a pesar de todo,
que poseyeras mis instintos,
cuando la imagen plana
aburría tus deseos.
No crucé mis codos frente a ti;
no impedí tu paso violento.
Permití, permití.
Permití que me cubrieras
de fluidos malolientes,
sinsabores de un amor extraño.
Otorgué las mañanas y los silencios,
cuando aún algo de palabras flotaban
entre nuestra cama y el espejo.
En raptos locos de falsa confianza
en tus más falsos aún deseos.
No quise que el viento se lo llevara todo;
me daba miedo.
Otorgué, para que la risa sobreviviera
a la porfía.
Entregué, la ofrenda de flores aromáticas;
cada vez que tomabas mis formas dolientes.
Cada vez que las sinuosidades de otras ya
te eran insuficientes.
Cuando lo único que quedaba era un cuerpo
de mujer marchitándose en sábanas de sangre.
Mientras las venas
vertían lágrimas de líquidos calientes;
aún, así, dejé libre mis sentidos
y entregué mi querer.
.
sábado, 28 de julio de 2007
Primer Castigo
Ir con la garganta hecha un par de trizas,
caminando como si la calle solo fuera
-y nada más que eso-,
un escombro de sensibilidades.
Esparcidas como si ocho años nada duraran,
en el abandono del silencio y de los
insultos dolientes.
Ir, atravesando con un par
de lágrimas que no brotan,
la cuadra de moradores extraños.
La cadera sin fin,
contorneada en el dolor de las palabras,
en el llorar de tanto tiempo dejado en el basural,
ahí, justo detrás de la escalera de incendios.
Ir, pensando que la llama quema las pulgadas,
que la noche se convierte en grito,
que cien días de juerga en la cama nada son,
sino eso, jornadas de placer en cuatro esquinas.
Ir, con la herida sangrante entre las piernas,
atormentada la lengua que no ha querido decir,
quebrantado el útero obligado a aceptar.
¿Por qué el dolor?, ¿por qué esa llaga que lo extiende todo,
lo infinitamente inabarcable,
lo innecesariamente incomprensible?
¿Cómo es que de pronto el cuchillo hiere la carne,
no deja que respire, provoca la muerte?
Ir, con los suspiros anclados en la mirada...
caminando como si la calle solo fuera
-y nada más que eso-,
un escombro de sensibilidades.
Esparcidas como si ocho años nada duraran,
en el abandono del silencio y de los
insultos dolientes.
Ir, atravesando con un par
de lágrimas que no brotan,
la cuadra de moradores extraños.
La cadera sin fin,
contorneada en el dolor de las palabras,
en el llorar de tanto tiempo dejado en el basural,
ahí, justo detrás de la escalera de incendios.
Ir, pensando que la llama quema las pulgadas,
que la noche se convierte en grito,
que cien días de juerga en la cama nada son,
sino eso, jornadas de placer en cuatro esquinas.
Ir, con la herida sangrante entre las piernas,
atormentada la lengua que no ha querido decir,
quebrantado el útero obligado a aceptar.
¿Por qué el dolor?, ¿por qué esa llaga que lo extiende todo,
lo infinitamente inabarcable,
lo innecesariamente incomprensible?
¿Cómo es que de pronto el cuchillo hiere la carne,
no deja que respire, provoca la muerte?
Ir, con los suspiros anclados en la mirada...
domingo, 15 de julio de 2007
Estrategia de lectura: la comparación
Individuo 1: ocho años, dos hijos, silencio, aburrimiento, hastío. Abandona a la mujer ardiendo en su cama, la envejece. Se contenta con imágenes virtuales, se autocomplace escondido en una biblioteca inmunda. Cuando ella casi muere, pide información exacta, matemática: "¿Cuánto te duele?".
Individuo 2: dos meses y medio, no hay descendencia alguna (aunque al parecer, le gusta la práctica), palabras, entretención, asombro. Toma a la mujer cada vez que ella lo pide -que es siempre y coincide con sus propios deseos-, la vuelve hermosa en cada rapto. Se satisface con el placer que emana de sus labios, la complace con dulzura y pasión desbordada. Cuando ella casi muere, no pregunta nada. Simplemente, actúa.
Individuo 2: dos meses y medio, no hay descendencia alguna (aunque al parecer, le gusta la práctica), palabras, entretención, asombro. Toma a la mujer cada vez que ella lo pide -que es siempre y coincide con sus propios deseos-, la vuelve hermosa en cada rapto. Se satisface con el placer que emana de sus labios, la complace con dulzura y pasión desbordada. Cuando ella casi muere, no pregunta nada. Simplemente, actúa.
Cuestión de aritmética
Una mujer camina lentamente. Cruza el puente, cruza el parque. Se detiene en la escultura de Matte. Cuenta 1, 2, 3 palmeras. A su izquierda, 1 niño con 1 perro. 4 patas, 1 collar. Frente a ella, varios hombres que avanzan. Alcanza a identificar 4 bigotes, 2 1/2 formalidades, 7 locuras y 3,5 acciones serias. Marihuana trimestral, vino por cada fin de semana. 3 arritmias por jornada. 1 par de anteojos de sol, 8 pantalones deslavados, 4 infidelidades, 20 minutos diarios de masturbación, 1 hora al día de comida chatarra, lo mismo de alcohol y cigarrillo en la sangre, un tanto% de hastío laboral, 85 mujeres aprovechadas; 84, menoscababas, 2 deseadas con locura y 1 amada sinceramente.
sábado, 14 de julio de 2007
Primer cambio
Iba pasando por la vida,
atesorando dolores de sufrientes,
atesorando sonrisas y llantos de niños,
cuando una gota de mi sangre
se posó sobre tus labios.
En un pequeño despertar de
sensaciones, repentinamente
los árboles se dieron vuelta,
y el tronco quedó volando
por los aires, con las ramas
haciendo morisquetas,
intentando aferrarse a la tierra.
atesorando dolores de sufrientes,
atesorando sonrisas y llantos de niños,
cuando una gota de mi sangre
se posó sobre tus labios.
En un pequeño despertar de
sensaciones, repentinamente
los árboles se dieron vuelta,
y el tronco quedó volando
por los aires, con las ramas
haciendo morisquetas,
intentando aferrarse a la tierra.
Algo de geometría
Entre las líneas de colores descubro
el abrazo congelado.
Trato de huir, pero mi cama
tiene, en su perímetro completo,
en el área sempiterna, entre
cuatro ángulos perfectos, pegado
el aroma de tus besos.
el abrazo congelado.
Trato de huir, pero mi cama
tiene, en su perímetro completo,
en el área sempiterna, entre
cuatro ángulos perfectos, pegado
el aroma de tus besos.
Intento renacer
Quiero escribir palabras
y de mis dedos brotan silencios.
Quiero dejar que de mi cuerpo
emane el movimiento; un
arcoiris redondo y perfumes
de niña hambrienta.
Dejar que la sonrisa aflore entre
los pómulos, y la lengua tibia
recorra tu vientre.
Quiero dejar, y no dejo. Aguardo
el llanto de semillas,
contengo el grito que nace de
mis pechos.
Entre mis dedos guardo el tesoro
de tus tardes, y en un
tiempo infinito, detengo
tus ojos pardos.
Cruzo mis brazos para esconder
el sufrimiento.
y de mis dedos brotan silencios.
Quiero dejar que de mi cuerpo
emane el movimiento; un
arcoiris redondo y perfumes
de niña hambrienta.
Dejar que la sonrisa aflore entre
los pómulos, y la lengua tibia
recorra tu vientre.
Quiero dejar, y no dejo. Aguardo
el llanto de semillas,
contengo el grito que nace de
mis pechos.
Entre mis dedos guardo el tesoro
de tus tardes, y en un
tiempo infinito, detengo
tus ojos pardos.
Cruzo mis brazos para esconder
el sufrimiento.
Voyerismo rectangular
Me obsesionan las ventanas. De esas que se alumbran cuando comienza a caer la tarde y detrás de ellas surgen formas fantasmales. Entre ellas descubro a una abuelita tejiendo en su mecedora, a la enfermera curvilínea que la cuida, a su hijo que coquetea con la enfermera... Descubro mundos detrás de un vidrio. Mundos silenciosos y en movimiento. Soy una voyerista del silencio y de los rostros desenmascarados.
Y si no puedo escribir
es porque en los últimos días he invertido los llantos y la sangre en un par de locas horas exudadas.
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